En el sanguinario hecho murieron 107 pasajeros que viajaban a bordo, Escobar puso una bomba en la aeronave.
Hace exactamente 30 años, el 27 de noviembre de 1989, Pablo Emilio Escobar Gaviria cometía el que fue su más diabólico acto terrorista: el ataque contra el vuelo 203 de Avianca en el que murieron 101 pasajeros y seis tripulantes. El Boeing 727-21 había partido a las 7.13 AM de El Dorado, en Bogotá, con destino al Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, en Cali. Pero a los dos minutos de despegar perdió contacto con la torre de control mientras volaba sobre la Hacienda Canoas, en las inmediaciones de El Charquito: una bomba había terminado con las vidas de quienes iban a bordo.
Eran meses de penuria y angustia para todo Colombia. En agosto, el capo del Cartel de Medellín había ordenado el magnicidio de Luis Carlos Galán, candidato a presidente favorito en todos los sondeos que prometía librar la mayor de las guerras contra el narcoterrorismo que encarnaba Escobar. Sus sicarios lo masacraron cuando iba a ofrecer un discurso ante una multitud. El país vivía una guerra intestina sin antecedentes. Pero el atentado contra el avión con matrícula HK-1803 fue demasiado. El patrón había cruzado todos los límites.
El objetivo de Escobar había sido el sucesor de Galán, César Gaviria Trujillo, quien prometía llevar las banderas del asesinado postulante a lo más alto. Eso incluía la guerra contra los grupos narcotraficantes del país. Pero quien tiempo después sería presidente colombiano nunca abordó el fatídico vuelo. Tanto él como sus colaboradores debían viajar a Cali, pero por seguridad, a último momento, les recomendaron hacerlo en un avión comercial.
El fantasma de Escobar prontamente se colocó como el del principal sospechoso por la matanza de inocentes. Las investigaciones comenzaron a tejer alrededor de su núcleo de sicarios y sus contactos con las autoridades de seguridad del gobierno que habían filtrado información respecto al periplo de Gaviria. El nexo habría sido Carlos Castaño Gil, paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia, autor de varios actos sanguinarios con centenares de muertos. Al parecer, Castaño poseía varios nexos dentro del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el centro de inteligencia colombiano.
Pero muchos eslabones quedaron sin resolver, incluso ese. Treinta años después, familiares de las víctimas del vuelo de Avianca buscan conocer más detalles sobre lo ocurrido aquella mañana trágica. Acercarse aún más a la verdad, aunque eso no les quite el dolor que todavía sienten. Las pruebas y testimonios del caso están reunidos en la Fiscalía 8 de Medellín a la Unidad Especializada contra las Violaciones de los Derechos Humanos. Entre esos eslabones se hallan cuatro sicarios de Escobar que aún viven y que tienen en su poder archivos e información sensible sobre el atentado.
Por: Infobae