El neologismo «googlear», aunque no es aceptado por la Real Academia de la Lengua, es uno de esos verbos que uno conjuga a diario. Pero es posible que ya no lo vayas a escuchar tanto.
Hubo un tiempo en el que Google era el principio y el fin de la existencia online.
Si no podías encontrar lo que buscabas tecleando un par de palabras en su reconocida cajita de búsqueda y apretando «intro», lo más probable era que no existiera.
Google era internet.
«Durante mucho tiempo la búsqueda implicaba una bolsa de palabras», explica Stephen Emmott, un experto en motores de búsqueda de la firma consultora Gartner.
Google prosperó porque tenía una bolsa de palabras más grande que cualquier otro y era capaz de agarrar lo que quisieras de ésta más rápido que los demás.
Permitía acceso inmediato y preciso al sitio web, blog o página de Wikipedia que la gente buscaba.
Ni Google, ni Apple: ¿es posible encontrar un celular que no tenga nada que ver con estas dos compañías?
Google, Apple, Facebook y Amazon: cómo funciona el «grupo GAFA» y por qué cuestionan ahora su modelo de negocio
En ese tiempo la búsqueda, en términos de computación, era más bien directa, dice Emmott.
Por la inmensidad de la red había, y todavía hay, mucha información que indexar. Pero ésta tendía a permanecer en el mismo lugar. Y un buen funcionamiento implicaba analizar las palabras en las páginas web y registrar cuántos otros sitios veían esa página como definitiva.
Por: BBC