En una reunión privada con representantes de los partidos, la compañía avisa de que ya no tolerará envíos automatizados a votantes.
La presunta gran arma secreta de las elecciones en India, Brasil e incluso Andalucía no ha durado en España ni dos elecciones. En abril, WhatsApp cortó los envíos masivos automatizados a todos los partidos a cuatro días de las elecciones. Esta vez la advertencia de la compañía llega ya antes del inicio de la campaña.
Facebook convocó a los partidos a una reunión cerrada preelectoral el pasado lunes 14 de octubre. Acudieron las formaciones nacionales, incluido Más País. También fue el PNV, pero ninguno de los catalanes. La intención de Facebook era animar a los partidos con trucos comerciales para que aprendieran a usar mejor las herramientas de la plataforma. «Ofrecemos formación en cómo usar nuestras herramientas, cómo actualizar sus ajustes de seguridad y también discutir y recibir feedback sobre cómo mejorar nuestros sistemas», dijo Facebook, empresa propietaria de WhatsApp, en un comunicado a este periódico donde confirmaba el encuentro y su objetivo.
Más que «recibir feedback sobre mejorar las herramientas», los partidos estaban interesados en qué iba a ocurrir con WhatsApp. En la campaña de abril, WhatsApp suspendió las cuentas de Unidas Podemos el martes antes de las elecciones, y dos días después zanjó las del resto de partidos.
Durante los canapés que ofreció Facebook en sus oficinas, se formó un corrillo alrededor de Natalia Basterrechea, directora de asuntos públicos de Facebook. El gran tema que la compañía rehuía se puso de repente sobre la mesa: qué iba a ocurrir con WhatsApp en la campaña de noviembre. EL PAÍS ha contrastado esta conversación con cinco representantes de los partidos que acudieron aquel día a la reunión.
Facebook iba a estar atento a cualquier envío masivo o sospechoso, dijo Basterrechea. En abril, Unidas Podemos se quejó de marginación por motivos ideológicos. Pero ya después de las elecciones, en una respuesta a la Junta Electoral Central, WhatsApp Irlanda –porque a pesar de su enorme impacto en este país, WhatsApp España no existe como tal– respondió que no permite en su plataforma envíos masivos ni automatización.
EL PAÍS había preguntado en Facebook en repetidas ocasiones desde la convocatoria electoral qué iba a ocurrir con WhatsApp en campaña. Nunca hubo respuesta. Tras la reunión, la compañía se limitó a adjuntar un enlace a los términos de servicio de la app de mensajería. Allí se dice claramente que WhatsApp no permite mensajes «no queridos, masivos y automatizados». Esa limitación implicaría en realidad el fin del WhatsApp político tal y como lo entendemos en España. Ningún político iba a gestionar decenas de miles de cuentas desde su equipo de campaña. Y Facebok no iba a permitir nada más.
WhatsApp tiene una herramienta específica para empresas –WhatsApp Business– que debe servir en principio para conversar con clientes individuales, no para mandar mensajes a granel. Cada uno de esos mensajes personales cuesta dinero. Los partidos prefieren pagar a una empresa que automatice los envíos –o gestionarlo ellos mismos desde el partido– antes que responder a dudas sobre el programa a simpatizantes al azar, y encima pagar por cada mensaje.
La negativa de Facebook diluye el papel que pueda tener Facebook en estos comicios, que ya estaba debilitado por lo que había ocurrido en abril. La compañía quiere que WhatsApp sirva sobre todo para conversaciones, no para posible spam, aunque los usuarios hayan aceptado recibir esos mensajes.
Uno de los partidos tenía previsto tener una línea de móvil para cada provincia y gestionar así a sus simpatizantes. Tras la reunión dejará, en principio, de hacerlo.
Algún partido lamentó que otras organizaciones o empresas sí pueden hacer envíos masivos a sus clientes. Basterrechea, siempre según los asistentes, no quiso aclarar a ciencia cierta qué ocurría en otros sectores no políticos, táctica habitual de la compañía.
Los partidos salieron de aquel encuentro con la sensación de que Facebook, Instagram y WhatsApp querían que gastaran más en sus plataformas, pero siguiendo sus normas. «Fue una pérdida de tiempo», dijo uno de los asistentes.
Dos de las presentaciones fueron de empleados de Facebook en inglés. Se centraron en ventajas comerciales. Dijeron que tuvieran en cuenta que los vídeos verticales «están de moda» en la plataforma y tienen más interacciones, que es el gran objetivo en la plataforma. Los vídeos verticales dejan negro a los dos lados, pero esa sensación de mal grabado y rápido crea curiosidad entre los usuarios. No era sin embargo nada nuevo para los asistentes cuyo trabajo es hacer este tipo de pruebas.
Facebook también explicó que los subtítulos con palabras estridentes son útiles, porque la gente suele mirarlos vídeos en silencio. También animaron a los partidos a hacer directos de los líderes con Facebook Live.
Facebook sin embargo no advirtió a los partidos que la plataforma permite mentir a los políticos en sus anuncios. En Estados Unidos una de las grandes polémicas recientes ha sido ver cómo la red social no hará nada ante las mentiras del presidente Trump u otros candidatos en forma de anuncios. La candidata demócrata Elizabeth Warren hizo la prueba con un anuncio donde decía que Mark Zuckerberg apoyaba a Trump. Salió tal cual.
En conversaciones con EL PAÍS, varios partidos admitieron que desconocían la medida. Incluso dentro de la compañía algunos empleados no estaban al corriente de estos cambios, o al menos decían que no lo estaban. «No someteremos las declaraciones de los políticos a nuestros fact-checkers independientes, y generalmente las permitiremos en nuestra plataforma incluso cuando quebranten nuestras reglas normales de contenido», dijo Nick Clegg, vicepresidente de Asuntos Globales y Comunicación de Facebook.
El mismo Mark Zuckerberg defendió su medida en un rimbombante discurso sobre libertad de expresión en la Universidad de Georgetown el pasado jueves: «No es que no hagamos esto [mandar sus palabras a fact-checkers] para ayudar a los políticos, sino porque creemos que la gente debe poder ver por sí mismos lo que dicen los políticos», dijo.
Así, si un candidato quiere forzar, exagerar o mentir sobre sus rivales, Facebook es el lugar donde más seguro estará de que su mensaje llegará a la audiencia. Es evidente que todos los políticos ven el mundo a su manera, a menudo retorcida, pero si algún político sabe trampear las normas de Facebook, quizá puede tener una atención inesperada.
Por: El País