¿Te consideras un consumidor reflexivo o compulsivo? Esta es una de las preguntas que realizaron en el reportaje de Informe Semanal emitido el pasado sábado, una pieza que giró entorno al neuromarketing, que estudia lo que siente el consumidor ante cualquier estímulo para diseñar estrategias de campañas cada vez más emocionales.
El programa «Neuromarketing. La gran seducción» contó con la visión de numerosos expertos, algunos de ellos pertenecientes al equipo del laboratorio de la Universidad Politécnica de Valencia en el que la empresa MaCom mide las emociones gracias a la tecnología. «Podemos medir por primera vez en la historia las emociones, ponerle primero un nombre y segundo una intensidad. Podemos saber qué emoción siente el consumidor y en qué nivel», dijo Pablo Ferreiros, docente e investigador de MaCom, a Informe Semanal. «Pensamos que las emociones son el motor del mundo. Todas las empresas, todas las marcas, están buscando experiencias, ya nadie quiere vender productos, nadie quiere vender servicios, todo el mundo quiere asociarse a una emoción«, agregó.
Tal y como explica David Juárez, también docente e investigador en MaCom, «el marketing no crea necesidades, las necesidades están latentes». «Necesitamos ser aceptados por el grupo y haremos todo lo posible. Pero nuestro cerebro es muy curioso, no quiere consumir energía, no es paciente para eso, quiere llegar a las conclusiones de manera rápida. En lugar de hacer una manifestación acerca de nuestras virtudes, nos compramos el teléfono y que los demás entiendan que alineadas con el teléfono, están nuestras virtudes», señala el experto.
«Hoy en día si tú tratas de vender un producto diciendo todas sus bondades o la calidad que tiene, está bien si estás tú solo, pero si los demás también lo tienen, como no cuentes una historia chula, algo bonito, algo que quieran entender las personas… porque las personas están ávidas de tener experiencias y van a comprar eso«, dice por su parte Juan Graña, CEO de Neurologyca Science and Marketing, compañía que también estudia las reacciones de los consumidores. «El ser humano es más emocional que racional, no el consumidor, en general somos así. La neurociencia ha demostrado que por encima del 85% de la toma de decisiones es totalmente inconsciente y con base emocional. Solamente la razón aplica muy poquito en todo eso», explica Graña. ¿Qué significa todo esto? Que realmente «nos estamos perdiendo una buena parte de la compresión o del conocimiento que subyace detrás de la toma de decisiones».