Las promociones en el punto de venta son un recurso habitualmente utilizado en las campañas de marketing porque consiguen captar la atención de los compradores en el establecimiento, es decir, en el lugar de la toma de decisión de compra, gracias al impacto visual de los elementos físicos (stands, cartelería, promotores…) a los que recurren las marcas. Pero ¿qué consigue realmente una empresa que opta por estas acciones? Entre sus principales ventajas destaca el incremento de las ventas a corto plazo, lo que genera una estabilidad de éstas a largo plazo.

Sin embargo, una promoción puede ser eficaz, o no, en tanto que cumpla con los objetivos marcados y para ello, la logística promocional, juega un papel vital. En un primer momento, puede parecer que diseñar y situar estas promociones visuales resulta sencillo, pero, todo lo contrario. Detrás de lo que ve el cliente en el punto de venta, hay un gran proceso de soluciones logísticas invisible, aunque fundamental, para que los clientes presten atención a la oferta. Si este proceso se resuelve de la mejor manera, el resultado puede llegar a ser un incremento notable en las ventas. Pero ¿cómo lo conseguimos?

 

Lo más importante que debe tenerse en cuenta es que la logística promocional, o la gestión para crear y transportar el material promocional para una campaña de promociones, es bastante distinta a lo que entendemos por logística convencional o de producto. Los elementos promocionales como stands o carteles no se venden directamente al cliente, pero deben tener un diseño igual o más atractivo que los productos finales que permita captar la atención de los potenciales consumidores. Lo más aconsejable para evitar cualquier error en este paso es que stands, expositores o cartelería siga las características y la imagen visual de la marca o el producto. De esta forma, el cliente podrá reconocer instintivamente a la empresa que hace esa promoción antes de que pueda leer o visualizar la oferta.

Cuestiones como el peso y tamaño son claves que hay que determinar antes de poner cualquier producto en los puntos de venta. Por ejemplo, un stand que tenga un gran volumen resultará muy visual y llamará la atención del cliente, pero su montaje y disposición en el punto de venta será más complejo y costoso. Por el contrario, unos simples carteles en los lineales reducirán significativamente los costes de producción.

La disposición de los elementos promocionales dentro del punto de venta es también un aspecto importante que tratar antes de realizar cualquier acción, y que dependerá de los objetivos de la marca con la campaña en concreto. Por ejemplo, situar los stands en los terminales de pago y cajas siempre es una buena opción para que el potencial cliente se fije en ellos, pero si el objetivo de la marca es diferenciarse de la competencia, una buena idea puede ser ubicar los elementos promocionales en el pasillo o lineales de ese tipo de productos.

Por supuesto, este esfuerzo cae en saco roto si existe una falta de agilidad operativa en la logística y el transporte de los materiales promocionales. En este sentido, la entrega de los productos desde el almacén hasta el punto de venta tiene que ser eficiente tanto en tiempo como en costes. En este sentido, este ahorro será de gran ayuda a la hora de valorar la eficacia de la campaña y su impacto, positivo o negativo, en las ventas logradas.

Cumplidos los objetivos respecto a la logística promocional, la marca estará en total disposición para dar el pistoletazo de salida a su campaña que permitirá ver los resultados a muy corto plazo.

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