Aunque la Navidad es una festividad de origen cristiano, lo cierto que la mayor parte de películas que orbitan en torno a esta efeméride no portan mensaje religioso alguno en sus entrañas. Lo que está claro es que este tipo de filmes son como una cálida, suave y confortable manta en la que nos acurrucaríamos como si no hubiera mañana.
Pero, ¿cómo se la ingenia el cine navideño para hacer brotar sentimientos tan entrañables en el espectador? Y casi más importante, ¿qué lecciones pueden aprender los marketeros de las películas navideñas más icónicas? W&V desmenuza a continuación algunas de esas lecciones:
1. Ritual
Las películas navideñas acaban convirtiéndose en un ritual que, por absolutamente encantador, merece ser repetido una y otra vez.
Cada año, y nada más comenzar diciembre, desarrollamos el hábito de ver este tipo de filmes para impregnarnos del espíritu de la Navidad.
En la publicidad el ritual que hay parapetado tras el cine navideño solo entra en escena en determinadas campañas, pero sí puede observarse de manera más o menos generalizada en buena parte de la publicidad navideña, cuyo «storytelling» está está cierto punto ritualizado. ¿Acaso no es un ritual contemplar cada año los spots navideños de John Lewis, Loterías o Campofrío?
2. Nostalgia
Para buena parte de la gente la Navidad entronca con maravillosos recuerdos de la infancia que nos encanta evocar y hasta cierto punto recrear.
La añoranza por tiempos pretéritos emana a menudo del convencimiento de que lo que vivimos en el pasado fue definitivamente mejor que lo porta en sus entrañas el presente (más lóbrego que nunca en los tiempos que corren).
Teniendo en consideración la fuerza arrolladoramente positiva de la nostalgia, las marcas harían bien en abrir de vez en cuando las compuertas del pasado.
3. Idealización
Las películas de Navidad tienen habitualmente tanto éxito porque zambullen al espectador en un mundo idealizado en el que todo el mundo puede encontrar la felicidad y siente compasión por el prójimo.
Los lugares casi utópicos que se abren paso en los filmes navideños nos ayudan a borrar los horrores del presente, al menos durante un periodo limitado de tiempo.
Ni que decir que esta argucia estilística pueden y deben utilizarla también las marcas en su publicidad.
4. Reflejo
Contemplando el cine de Navidad nos ubicamos también a nosotros mismos mejor en el mundo. Vemos cómo se comportan otras familias a la mesa y lo que de verdad importa a la hora de agasajar con regalos a nuestros seres queridos.
Gracias al poder de la identificación con los personajes que desfilan por el cine navideño, acabamos descubriendo también aquello que goza de mayor relevancia para todos nosotros.
En este sentido, las marcas harían bien asimismo en instilar una pizca de sentimiento de pertenencia en sus clientes y procurar que se vean reflejados en sus anuncios.
Todas estas y otras lecciones marketeras se hallan al abrigo de clásicos navideños (y perfectos para disfrutar estas fechas) como estos:
1. Solo en casa
Los McCallister tienen previsto pasar las Navidades en París. Sin embargo, debido a un desafortunado apagón, la familia se duerme y, con las prisas por llegar a tiempo al aeropuerto, deja olvidado al pequeño Kevin (Macualy Culkin) en casa.
Completamente solo en las cuatro paredes de su hogar, el bueno de Kevin se las ingenia no solamente para hacer la colada y la compra sino también para defender su morada de dos maliciosos ladrones (Joe Pesci y Daniel Stern).